martes, 21 de enero de 2014

MAQUINAS DE COSER


La historia de la máquina de coser se inició en 1755 en Londres cuando el alemán Charles Wesnthal patentó una aguja de coser mecanizada. En 1810 el alemán Balthasar Krems desarrolló una máquina para coser  gorras. Más adelante en 1814 Josef  Madersperger produjo una serie de máquinas de coser que patentó.
Como anécdota comentamos que en ese mismo año entraron en la fábrica de éste último, un grupo de sastres desairados por el avance tecnológico que suponía para su sector, y destrozaron todas las máquinas e incluso temió por su vida.
 Con fabricantes como Singer y How estas máquinas se fueron perfeccionando a la vez que su uso se extendía en talleres de modistas, sastres y casas particulares.




 A principios del siglo XX en Talavera, la ropa de vestir se confeccionaba a medida, y estas máquinas supusieron un avance muy importante, tanto en el número de talleres, así como  en la producción de prendas de vestir.
En esa época en nuestra ciudad los talleres confeccionaban la ropa a mano y,  poco a poco, fueron introduciendo este gran invento. Al principio sólo había una máquina donde se alternaban varios operarios.

 

  
Dio lugar a que muchas mujeres y hombres aprendieran el oficio. Entraban como aprendices y después había niveles como oficiales, oficiales de primera y terminaban de maestros. Como curiosidad, en nuestros días ocurre todo lo contrario que en aquella época, hoy en ningún taller se cose a mano.
Algunas de estas oficialas que llegaban a maestras terminaban fundando  su propio taller de modista, generalmente en su  misma casa, donde tenían bastante trabajo porque venían de los pueblos de la comarca para hacerse los vestidos, sobre todo cuando se aproximaban sus fiestas patronales.
 En la foto aparece Hortensia Moraleda Moreno, que con 14 años comenzó de aprendiza y terminó con el oficio de sastra y,  aunque no puso un taller propio, trabajaba en casa con las prendas que le enviaba su "maestro"





Alcucilla:   Recipiente que,  conteniendo aceite especial, se utilizaba para engrasar la máquina de coser, a través de unos orificios pequeñitos que existían en las mismas.